D. Carlos Díaz Azarola habla del sacerdote y la misión evangélica. El sacerdote encarcelado, el sacerdote enfermo, todo sacerdote es misionero porque ha dado su vida a la Iglesia y no puede vivir sin evangelizar.

En este programa de «Fuego de amor», el P. Rafael Alonso nos recuerda que Dios, todo lo que nos muestra, nos dice, nos manda… es en orden a nuestra salvación, para que podamos heredar la vida eterna. Si nos rebelamos contra su Palabra, no podremos gozar de la felicidad eterna, que solo viene de Dios.

Armin procede de una familia iraní de religión musulmana. Desde pequeño siente la necesidad de buscar la verdad, de buscar a Dios, pero nada le convence. Con una personalidad violenta y egoísta, Armin se meterá en el ejército y acabará en Canadá. Finalmente, por razones políticas, acabará en España. Será ahí donde verá en las personas que le rodean una vida coherente con su fe, el catolicismo, y esto le llevará a hacer un ruego a Dios: «Dios, si existes, quiero saber de ti, quiero oírte directamente a ti porque lo he escuchado en otros pero lo quiero experimentar yo». Dios no tardará en responder a su ruego, y a partir de ahí Armin cambiará su vida completamente dejando el islam y bautizándose, pasando a formar parte de la Iglesia católica. Descubre cómo Armin encuentra al Dios de amor y de perdón en «Cambio de Agujas».

¿Quién fue el P. Huidobro? En esta nueva edición de «En perspectiva», D. Emilio Domínguez Díaz -autor del libro «Padre Huidobro, héroe de las almas legionarias»- nos adentra en la historia de este magnífico sacerdote de Cristo del siglo XX, el P. Fernando Huidobro. Escucha cómo este valiente sacerdote jesuita vivió su vocación como capellán de la IV Bandera “Cristo de Lepanto” de la Legión, entregándose totalmente y dando consuelo a los soldados en los momentos más duros de combate. 

Los saduceos eran personas bien posicionadas a los que no les interesaba creer en el más allá debido a sus riquezas; y el P. Juan Antonio Gómez, SHM, nos hace darnos cuenta de que esto mismo puede pasarnos a nosotros que, apegados a los bienes de este mundo, nos olvidemos de lo más importante, que es la salvación eterna.

«Dejar a Dios ser Dios en nuestras vidas».