Contemplad a María: Aquí está la esclava del Señor
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Para ser santos tenemos que conformar nuestra vida a la voluntad divina. La Virgen Santísima, Nuestra Madre, que mantuvo un «hágase» constante, es nuestro ejemplo. Debemos seguirla, imitarla. Tenemos que tener paciencia y hacer oración contemplando a María, para poder decir con Ella un fiel y constante: «hágase».
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En esta meditación, Abelardo de Armas profundiza sobre la visita de María a su prima Isabel. Explica que en esto se muestra una efusión mutua y continua de amor, que se hace donación. Desarrolla las condiciones del amor y que donde hay verdadero amor de Dios, no se miran los defectos del otro, sino los propios.



