Hoy en «Adviento con María», Abelardo de Armas nos enseña que para ver a Dios en el Niño de Belén es preciso mirarle con ojos muy limpios, es decir, con corazón muy humilde. Verdaderamente es un Dios escondido, creador del Universo y oculto en el vientre de una Virgen humildísima que llega a Belén fatigada tras cuatro o cinco jornadas de camino.