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«Yo soy el Pan vivo bajado del Cielo, el que come mi carne habita en mí y yo en él».

«El que deja todo por amor a Dios, recibirá cien veces más en este mundo y, al final la vida eterna».

«María ha sido llevada por Dios, en cuerpo y alma, a los cielos: ¡y los Angeles se alegran!».

«Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos».

San Lorenzo presentó los tesoros de la Iglesia, ni oro ni plata, sino a los pobres.

Al igual que la mujer cananea también nosotros estamos llamados a crecer en la fe, a abrirnos y acoger con libertad el don de Dios, a tener confianza y gritar a Jesús: «¡Danos la fe, ayúdanos a encontrar el camino!».

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará».

«El que quiera venir en pos de Mí, que se niegue a sí mismo, tome s cruz y me siga». No podemos llegar a la gloria, sin pasar por la cruz. 

«Danos, Señor, muchos, santos y sabios sacerdotes según tu sagrado Corazón».