Vigilia en honor de la Inmaculada Concepción

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1. Introducción

El dogma de la Inmaculada Concepción fue promulgado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, con las palabras de la bula Ineffabilis Deus: “Declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, que debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano”. Pío IX no hacía sino recoger el clamor unánime con el que, durante siglos, el pueblo de Dios había manifestado su certeza de que la Madre del Redentor jamás había sido manchada por sombra alguna de pecado, ni siquiera por el pecado original. ¿Cuál es la razón de este privilegio? Precisamente su singular vocación de ser la Madre de Dios. La Inmaculada Concepción es el cumplimiento de la promesa que Dios hace en Génesis 3, 15: “Pongo perpetua enemistad entre ti y la Mujer”. 

Para celebrar esta solemnidad luminosa, se ha hecho tradición que el pueblo cristiano se reúna la víspera del día de la Inmaculada, para honrar a su Madre Purísima a través de una vigilia de oración. En María Inmaculada proclamamos el triunfo de nuestro Redentor.

La Fundación EUK Mamie – HM Televisión ha preparado estos textos, que hoy les ofrece para gloria de la Inmaculada, la obra maestra de Dios. La Vigilia puede adaptarse según las necesidades de la comunidad que la va a realizar. Es importante que la proyección de los vídeos se haga con el mayor respeto posible, tratado de que sean un apoyo a la celebración y no una distracción. Por supuesto, que la colocación de la pantalla no desplace la centralidad del Santísimo Sacramento. Si se ve la oportunidad, esta Vigilia puede ir precedida de un momento de profundización en el Dogma de la Inmaculada Concepción, con la ayuda de este vídeo:



Vigilia de oración en honor de la Inmaculada Concepción

1.- Exposición al Santísimo del modo acostumbrado

2.- Puntos de meditación sobre la Inmaculada Concepción.

3.- Oración silenciosa (quince minutos).
4.- Ritual para la oración vocal. Intercalado con breves vídeos:



RITUAL. PARTE 1:

Lector: Hemos venido aquí esta tarde, Madre, a rendirte el homenaje de una devoción sincera.
Dispongámonos a vivir esta vigilia en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo.

Todos: Amén.


Lector: Tú, santísima Madre de Dios, Virgen María, que en previsión de los merecimientos de Cristo Señor Redentor, nunca estuviste sometida al pecado.


Todos: Fuiste totalmente preservada de la mancha original y, por consiguiente, redimida de la más sublime manera.


Lector: Tú, que en previsión de la ruina del género humano fuiste elegida y señalada por Dios antes de los tiempos como Madre para que su unigénito Hijo, hecho carne de Ti, naciese.


Todos: En tanto grado te amó Dios por encima de todas las criaturas, que solo en Ti se complació con señaladísima benevolencia y te colmó de abundancia de todos los celestiales carismas, sacados del tesoro de la divinidad.


Lector: Tú, Santísima Virgen, que aumentaste de continuo el don original sin prestar jamás atención a la serpiente, arruinaste hasta los cimientos su poderosa fuerza con la virtud recibida de lo alto.


Todos: Tú, a quien jamás dejaron de llamarte Madre de Dios o lirio entre espinas.


Lector: Tierra absolutamente intacta, virginal, sin mancha, inmaculada.


Todos: Siempre bendita, libre de toda mancha de pecado, de la cual se formó el nuevo Adán.


Lector: Paraíso intachable, vistosísimo, amenísimo de inocencia, de inmortalidad y de delicias, por Dios mismo plantado y defendido de toda intriga de la venenosa serpiente.


Todos: Árbol inmarchitable, que jamás carcomió el gusano del pecado.


Lector: Eres la primera y exclusiva obra de Dios, salida ilesa de los igníferos dardos del maligno.


Todos: Tú, hermosa por naturaleza y totalmente inocente, aparecida al mundo como aurora brillantísima en tu Concepción Inmaculada.


Lector: Participaste de la naturaleza humana, no de la culpa.


Todos: Porque muy mucho convenía que como el unigénito tuvo Padre en el cielo, tuviese también en la tierra Madre que no hubiera jamás sufrido mengua en el brillo de su santidad.


Lector: Tú, bajo todos los conceptos Inmaculada, inocente e inocentísima, sin mancha y bajo todos los aspectos santa y muy ajena a toda mancha.


Todos: Toda pura, ideal de inocencia, más hermosa que la hermosura, más ataviada que el mismo ornato, más santa que la santidad, sola santa.


Lector: Única paloma de intachable hermosura, rosa siempre fresca, en todos los aspectos purísima y siempre Inmaculada.

Todos: Celebrada como inocencia, nunca sufriste menoscabo y, como segunda Eva, diste a luz al Emmanuel.


(DE RODILLAS, SILENCIO)


Proyección del primer vídeo (sentados, duración aproximada 4 minutos):

 

Rezo de la siguiente oración vocal (en pie):

RITUAL. PARTE 2:

Lector: ¡Oh, María!, desde el primer instante de la existencia fuiste preservada del pecado original, en virtud de los méritos de Jesús, de quien debías convertirte en Madre.

Todos: Sobre ti el pecado y la muerte no tienen poder.

Lector: Desde el instante en que fuiste concebida gozaste del singular privilegio de estar llena de la gracia de tu Hijo bendito, para ser santa como Él.

Todos: Por eso, el mensajero celestial, enviado a anunciarte el designio divino, se dirigió a ti, saludándote: «Alégrate, llena de gracia» (Lc 1, 28). Sí, María, tú eres la llena de gracia, tú eres la Inmaculada Concepción.

Lector: En ti se cumple la promesa hecha a nuestros primeros padres, evangelio primordial de esperanza, en la hora trágica de la caída: «Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo» (Gn 3, 15).
Todos: Tu linaje, oh María, es el Hijo bendito de tu seno, Jesús, Cordero inmaculado que cargó sobre sí el pecado del mundo, nuestro pecado. Tu Hijo, oh Madre, te preservó para ofrecer a todos los hombres el don de la salvación.
Lector: Por eso, de generación en generación los redimidos no dejan de repetirte las palabras del ángel: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28).

Todos: Oh, María, de Oriente a Occidente, ya desde los comienzos, el pueblo de Dios profesa con fe que tú eres la toda pura, la toda santa, la Madre excelsa del Redentor.

Lector: Lo testimonian a una voz los Padres de la Iglesia, lo proclaman los pastores, los teólogos y los más grandes confesores de la fe. En 1854, el beato Pío IX reconoció oficialmente la verdad de este privilegio tuyo.

Todos: Desde entonces, todos los años, en esta fiesta solemne, venimos a honrarte a ti, signo de segura esperanza para todos los hombres.

Lector: Con este acto anual de veneración profesamos que queremos volver al designio originario y eterno de nuestro Creador y Padre, y repetimos con el apóstol Pablo: «Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él» (Ef 1, 3-4).

Todos: ¡Oh, María!, tú eres la testigo de esta elección originaria. Guíanos tú, ¡oh Madre!, que conoces el camino. A ti, Inmaculada Concepción, se consagra hoy todo el pueblo de Dios. Protégenos siempre y guíanos a todos por los caminos de la santidad. Amén.

(DE RODILLAS, SILENCIO)


Proyección del segundo vídeo (sentados, duración aproximada 4 minutos):

 

Rezo de la siguiente oración vocal (en pie):


RITUAL. PARTE 3:

Lector: Rendimos homenaje a María santísima, preservada, desde el primer instante, del contagio de la culpa original y de toda otra sombra de pecado, en virtud de los méritos de su Hijo Jesucristo, nuestro único Redentor. "Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te aplastará la cabeza" (Gn 3, 15). Palabras proféticas de esperanza, que resonaron en los albores de la historia.

Todos: Anuncian la victoria que Jesús, "nacido de mujer" (Ga 4, 4), lograría sobre Satanás, príncipe de este mundo.
Lector: "Te aplastará la cabeza": La victoria del Hijo es victoria de la Madre, la Esclava Inmaculada del Señor, que intercede por nosotros como abogada misericordiosa.

Todos: Este es el misterio que celebramos hoy; este es el anuncio que renovamos con fe en esta fiesta mariana.

Lector: Pondré enemistad entre ti y la mujer...". ¿No se condensa en estas misteriosas palabras del libro del Génesis la verdad dramática de toda la historia del hombre? La historia es, en su realidad profunda, escenario de "una dura batalla contra los poderes de las tinieblas, que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día, según dice el Señor" (Gaudium et spes, 37).

Todos: En este enfrentamiento sin tregua se encuentra implicado el hombre, todo hombre, que "debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo".

Lector: Que no se pierdan los frutos. En tus manos ponemos el futuro que nos espera, invocando sobre el mundo entero tu constante protección.

Todos: Por eso, como el apóstol san Juan, queremos acogerte en nuestra casa (cf. Jn 19, 27).

Lector: Tú, oh Madre del amor hermoso y del conocimiento y de la santa esperanza, Reina y defensora de la Iglesia, acoge en su fe y protección material nuestras dudas y fatigas.

Todos: Y alcánzanos, con tus oraciones ante Dios, para que tengamos siempre una sola alma y un solo corazón. Amén.

(DE RODILLAS, SILENCIO)

 

Proyección del tercer vídeo (sentados, duración aproximada 4 minutos):

 

ORACIÓN FINAL:

Lector: Dios todopoderoso, que, por la inmaculada concepción de la Virgen María, preparaste una digna morada para tu Hijo y, en previsión de la muerte de Jesucristo, preservaste a su madre de toda mancha de pecado, concédenos también a nosotros, por intercesión de esta madre inmaculada, que lleguemos a ti limpios de toda culpa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Todos: Amén.

5.- Bendición y reserva del Santísimo Sacramento.

6.- Canto de la Salve.

-Clara Martínez, LHM

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