Así las cosas, en la tarde del 6 de julio de 2024, los jóvenes se reunieron en el Pozón, a los pies de la Santa Cueva de la Virgen de Covadonga, para comenzar el «Rosario de la JEMJ». Bajo la lluvia, D. David Cueto, Canónigo de la Real Colegiata de Covadonga, antes de bendecir los rosarios con los que iban a rezar los participantes de la JEMJ, confesó: «Yo no sé si me atrevería a pedir que pare la lluvia. La lluvia también es un signo de las gracias que se van a derramar sobre vosotros estos días. Lluvia que nos coge tal cual estamos y que nos empapa, y sigue y sigue, y cala y empapa. Yo no le voy a pedir a la Virgen que pare la lluvia. ¡¡Perdonadme!!».
El Rosario discurrió detrás de una imagen de la Virgen de Covadonga por el Parque del Príncipe, más que procesionando, paseando con Nuestra Madre. La gran catarata de agua hizo cambiar la ruta establecida lo que ocasionó la pérdida del sonido de los que seguía la procesión, ante lo cual el ambiente de silencio y rezo permaneció hasta recuperar la señal de los altavoces. Mientras tanto, las meditaciones, los cantos y las imágenes que mostraban los estandartes iban enseñando a los jóvenes a contemplar el rostro de Cristo, con los ojos de Nuestra Madre.