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Meditaciones de Pascua
¡Cristo ha resucitado! Busquémosle. Así comienza Abelardo de Armas, Cruzado de Santa María, la primera contemplación de esta colección de meditaciones para el Tiempo Pascual. Estas meditaciones nacen de una profunda vida de oración del autor, y son para llevarlas a la vida, al día a día.
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En esta meditación, Abelardo de Armas reflexiona sobre la actitud de Pedro cuando antes de la pesca milagrosa dice: “Voy a pescar”. Explica que Pedro ya no puede vivir sin Jesucristo, después de haberle negado y después de que se le haya aparecido. Hay una nostalgia de Jesús ya desaparecido, pues el que ha tenido su presencia, no puede vivir sin Él.
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En esta meditación, Abelardo de Armas explica que Cristo no dejó el cielo al descender a nosotros, ni nos deja a nosotros al retornar al cielo. Está en los cielos y sufre en la tierra cuando nosotros sufrimos. Así, aunque sufrimos en la tierra, unidos a Él por la fe, esperanza y caridad, gozamos también en los cielos.
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¡Señor, acreciéntame la fe! En esta meditación, Abelardo de Armas pide que el fruto de nuestra oración sea el que yo salga con una fe mayor en que Jesús está vivo y resucitado en mí. Y con una esperanza cierta de que camino hacia la eternidad y que un día le veré. Señor, creo que estás conmigo. Creo en tu amor para conmigo.
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En esta meditación, Abelardo de Armas reflexiona sobre la necesidad que tenemos de practicar el oficio de consolador. Acercarme, fundamentalmente a aquellos que están en desolación, hablándoles de Jesús. Tengo que ser presencia de Jesús, cercanía de Jesús en sus vidas. Somos Eucaristía para los demás, porque es Cristo quien vive en nosotros.
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En esta meditación, Abelardo de Armas explica que nosotros somos más dichosos que los discípulos de Emaús. A ellos, se les acercó Jesús; con nosotros, está. A ellos les interpretó las Escrituras; nosotros tenemos la Iglesia para interpretarnos las Escrituras. A ellos les partió el pan; conmigo se ha quedado en la Eucaristía.
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En esta meditación, Abelardo de Armas explica que Jesús camina contigo y no te das cuenta. ¿Qué es lo que me impide ver a Jesús en mi vida? Jesús va viendo en esos discípulos de Emaús a ti, a mí, a la humanidad entera, al hombre de hoy… Jesús un día se puso en medio de mi vida, se interesó por mí porque estaba triste.
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En esta meditación, Abelardo de Armas explica que irse a Emaús y salirse del cenáculo es, en definitiva, dejar la Iglesia. Pero el Señor está cerca de los atribulados. Jesús se acerca, pero no le conocen porque no descubren que en la tribulación está Él encubierto. ¡Cómo se pueden transformar las almas si Jesús nos da un toque, resucita nuestra fe caída, se pone en el camino!
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En esta meditación, Abelardo de Armas explica que Jesús dijo: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron”. Nosotros tenemos el privilegio de ser dichosos, tenemos la bienaventuranza de seguirle por la fe. Ya vendrá un día en que le veremos. Pero ahora sabemos que está vivo. Mi Dios está vivo y creo en Él.
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En esta meditación, Abelardo de Armas dice que al mirar a Jesús alzado en la Cruz, vemos la miseria, el pecado. Jesús se ha hecho miseria por ti, y mirándole te salva. Él quiere que mirándole creas en Él y creyendo tengas vida eterna, que se aumente tu fe en Jesús.
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